Más allá de la emergencia climática: el colapso

Tour
Para mostrar la situación de crisis sistémica y sus alternativas, Ekologistak Martxan y Euskal Gune Ekosozialista llevaron a cabo un recorrido por Bizkaia


Toda sociedad necesita, para organizarse y sostener la vida, un mínimo de recursos materiales y energéticos. A partir de ese ‘suelo’ básico caben distintas formas de gestión y organización social, más o menos justas. Asimismo, el entorno físico, los recursos materiales y los energéticos disponibles establecen un ‘techo’, más allá de los cuales ningún sistema socioeconómico puede desarrollarse. 

Las llamadas sociedades industriales se han articulado de espaldas a estos límites, expandiéndose continuamente, colonizando todo el planeta y cada vez más ámbitos de la vida social. 

Para mostrar esta realidad y plantear alternativas que afronten esta situación de colapso ecológico, social y económico, Ekologistak Martxan y Euskal Gune Ekosozialista han organizado una visita a diferentes puntos de Bizkaia. El tour nos ha mostrado los pilares que sostienen la sociedad capitalista en la que vivimos, una base que nos proporciona energía sucia y centralizada en pocas manos, agua privatizada, una alimentación con productos que nos enferman, una gestión de residuos fraudulenta en la que prima acaparar más residuos… Todo bajo las normas del mercado. Estos recursos están gestionados por grandes empresas que cuentan con enormes infraestructuras construidas con inversiones públicas. Nuestras instituciones defienden este sistema por encima de los derechos de la ciudadanía porque conocen la centralidad de estos elementos en la conformación de una sociedad capitalista. Y así, la rueda no deja de girar. Sin embargo, también se pueden generar alternativas que minimicen estos impactos y nos permitan adaptarnos a este nuevo escenario.

Un tour por la ‘Bizkaia del colapso’
Con el objetivo de mostrar el impacto de la crisis global en un territorio así como dar a conocer alternativas ya existentes, Ekologistak  Martxan y Euskal Gune Ekosozialista han organizado hoy, 26 de noviembre, una visita a varios puntos de Bizkaia, donde se han abordado los sectores clave en el desarrollo y declive de nuestras sociedades petrodependientes:

1. Energía y metabolismo. El primer paso es reconocer los límites biofísicos de nuestro planeta y asumir que hemos llegado al cenit o pico del petróleo (el peak oil significa que en dos generaciones, hemos extraído y quemado más del 50% del petróleo disponible en la Tierra) y al del carbón, del gas o del uranio. Pero además el de muchos materiales utilizados en nuestro metabolismo socio-económico (metales, fosfatos, litio, coltán, tierras raras, etc.) están cercanos.

La vieja Europa que depende del petróleo, del gas y del carbón importa diariamente de otros continentes, pero las reservas energéticas fósiles y los materiales a nuestra disposición van disminuyendo. En consecuencia, nuestro consumo deberá inexorablemente seguir el camino del decrecimiento. No es una opción, es un límite. Y Euskal Herria es aún más dependiente de los combustibles fósiles que la media europea. 

La respuesta ecologista tiene dos componentes principales: el ahorro y la eficiencia energética, que rebajen nuestro consumo, y las energías renovables. Pero es ingenuo pensar que con la energía solar vamos a poder mantener los actuales niveles de consumo energético. Hay que realizar un proceso de transición para la sociedad post-carbón. Es posible vivir bien con menos de la mitad de la energía que consumimos en el denominado primer mundo así que el ahorro energético es el primer objetivo a cumplir. La transformación energética no sólo deberá ser tecnológica, sino también social, justa, ecológica y democrática. 

2. Movilidad sostenible. La movilidad mide la cantidad de desplazamientos de personas y mercancías que se producen en un entorno físico. Por ejemplo, la movilidad urbana se refiere a la totalidad de desplazamientos que se realizan en una ciudad. Son desplazamientos realizados en diferentes medios de transporte (coche, tren, autobús, bicicleta o andando) con el objetivo de salvar la distancia que nos separa de lugares donde satisfacer nuestras necesidades (acceso a salud o educación) o deseos. Por lo tanto, podemos decir que la movilidad persigue satisfacer la necesidad de accesibilidad (no transporte) valiéndose de los medios de transporte disponibles. 

Para lograr una movilidad sostenible se debe aumentar la accesibilidad, de manera que se garantice el acceso a servicios públicos esenciales a toda la población, a la vez que se reduce la movilidad motorizada, de manera que se reduzcan sus efectos adversos. 

El problema fundamental de la política vasca de transporte es que el interés general de la ciudadanía y el medio ambiente está supeditado a los intereses del sector de la construcción. En un claro ejemplo de privatización de beneficios y socialización de pérdidas, existen un conjunto de proyectos vascos de dudosa rentabilidad social pero con considerables beneficios privados como son los túneles de Artxanda, la Y vasca, la Supersur y el cinturón de Donosti.

3. Agua. En la CAPV, alrededor del 50% del agua consumida se corresponde con el abastecimiento urbano y en torno al 36% con el industrial, cifras muy diferentes a las de la media estatal donde aproximadamente el 70% del consumo de agua se destina a usos agrícolas. Con respecto a la calidad del suministro de agua, es alta pero presenta una gran dependencia del sistema de embalses del Zadorra (hasta el 70%) que llegan a Bizkaia mediante un trasvase y una situación de vulnerabilidad ante roturas o accidentes en las arterias de comunicación entre dicho sistema y la ETAP de Venta Alta, así como por las consecuencias del cambio climático.

En cualquier caso, y de cara a un futuro cargado de incertidumbres, existen retos encima de la mesa que radican en la diversificación de las fuentes de abastecimiento a nivel local, en la protección de las cuencas vertientes a embalses y captaciones mediante, por ejemplo, el establecimiento de perímetros de protección y la regulación estricta de los usos del suelo, la optimización del uso del agua y en una reducción de los consumos en el hogar.  

Por tanto, ante los retos que se presentan como consecuencia de la emergencia climática y una cada vez menor disponibilidad de agua dulce, urge la alfabetización de la ciudadanía para la adopción inmediata de hábitos responsables y para posibilitar la participación en las decisiones sobre este derecho humano. El agua es, además, un elemento crucial para la sostenibilidad y la gestión del territorio. La mejor adaptación a los nuevos escenarios de incertidumbre comienza por la anticipación a la transformación, dado que un territorio resiliente es el único que puede amortiguar las consecuencias.  

4. Alimentación crítica. Aunque no le demos la suficiente importancia, la alimentación es la actividad que más huella deja en nuestro entorno. Afecta a la salud, la economía, el paisaje, el feminismo o la organización territorial. El actual modelo de agricultura industrial que, a partir de los años 60 se ha extendido por todo el mundo, se ha basado en la introducción masiva de petróleo, fósforos de origen mineral, fertilizantes químicos, pesticidas y maquinaria industrial, en la producción de alimentos. 

Nuestro sistema alimentario es un sistema completamente salvaje y capitalista que solo entiende de beneficios económicos. Casi todo lo que comemos viene de fuera, de grandes monocultivos sembrados en los países del sur global que no solo destrozan aquellos territorios, sino también sus formas de vivir. El sistema ha creado un modelo tan absurdo -pero tan beneficioso para su negocio- que alimentar el ganado europeo requiere sembrar soja transgénica en Argentina y después traerla en barcos. En verano comemos naranjas de Sudáfrica, importadas por empresas distribuidoras valencianas, para luego, en invierno, tirar el precio de la propia naranja valenciana. El futuro va hacia un sistema donde, a corto plazo (en la comarca de Durangaldea, de continuar así, desaparecerán el 65% de las explotaciones existentes en cinco años), no habrá agricultores, solo grandes empresas, con mano de obra esclavizada trabajando, y máquinas que produzcan los alimentos.

El número de explotaciones lecheras en Euskadi ha caído un 68,5%, pero la cantidad media de vacas ha subido de 13 a 26. Esto está absolutamente condicionado por el sistema de ayudas de la PAC (Política Agrícola Común de la UE), que favorece al más grande. Por eso, jóvenes que representan un 8,5% de los titulares, sólo acceden a un 4,3% de esas ayudas. Para darle la vuelta a este sistema que avanza hacia el colapso son imprescindibles políticas públicas que, en lugar de favorecer la intensificación, apuesten por un modelo de agricultura y ganadería implantado en el territorio, pequeño, diversificado.

5. Alimentación alternativa. El modelo económico actual se basa en la producción de alimentos en una parte del mundo y su consumo a miles de kilómetros de allí. Es un modelo inviable e insostenible, tanto para el medioambiente como para el sector agrícola y ganadero local.

Lo adecuado, lo prudente, lo recomendable, lo saludable sería consumir alimentos que se cultivan y crecen en  nuestro entorno. Solo así se impulsa el desarrollo de la agricultura y ganadería  local y, al mismo tiempo, se reduce el impacto negativo que tiene el excesivo uso (abuso) no solo del transporte, sino también de los invernaderos, refrigeradores y envases.

Por ese motivo, se debe apoyar y promover una alimentación basada en la soberanía alimentaria, es decir, en el consumo de productos nutritivos de cercanía, justos, sostenibles y agroecológicos.

Como ejemplo de que recorrer ese camino es viable tenemos a Labore, un proyecto cooperativo surgido de la alianza y cooperación entre baserritarras y consumidoras. Su supermercado, situado en Santutxu, abrió sus puertas en 2017 con el objetivo de ofrecer productos locales y agroecológicos bajo criterios de precios justos para productoras y consumidoras. A día de hoy cuenta con unas 600 personas socias y pone a su disposición una oferta de más de 1000 productos provenientes de alrededor de 100 productores locales, la mayoría, de Bizkaia.  

6. Cuidados. ¿Qué se entiende por cuidados en la sociedad en la que vivimos y de la que somos parte? Si algo ha puesto en evidencia, el escenario de pandemia global es que somos vidas finitas y eco-inter-dependientes, es decir, que sin cuidados no hay vidas vivibles posibles. No podemos frenar el colapso sin abordar de raíz los cuidados. 

A día de hoy, los cuidados en Bilbao se están “mal resolviendo” con la contratación barata, precaria y flexible de mujeres trabajadoras empobrecidas, en una proporción muy elevada migradas, racializadas y atravesadas por una condición de extranjería que las expone a múltiples circuitos de abuso y vulneración. 

Según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE, Euskadi era, en 2.017, una de las comunidades autónomas en las que el gasto del servicio doméstico para el hogar era mayor. Los datos del Eurostat revelan que el peso del empleo doméstico en el estado español es del 3,7% del total de población ocupada frente a otros países europeos en los que no alcanza el 0,5%. Casi el 100% de trabajadoras empleadas en régimen interno para el cuidado de personas en situación de dependencia son mujeres migradas. En Bilbao, para 2030, se calcula que el 30% de la población será mayor de 65 años.

Atender a una población envejecida, con mayor grado de dependencia, interpela directamente a la red de atención primaria, que es competencia municipal. Asimismo, buena parte de las ayudas de la Ley para la promoción de la autonomía personal y de atención a las personas en situación de dependencia, se han utilizado para contratar empleo de hogar. Por todo ello, los cuidados tienen que ser un bien común, gestionado desde lo político. No pueden seguir siendo una mercancía más, un privilegio sujeto al poder adquisitivo de quien los pueda pagar. Como sociedad, liberar los cuidados es liberarnos todas. 

7. Residuos. En la CAPV se generan más de 3 millones de toneladas de residuos industriales, de las cuales más del 40% acaba en vertederos; 1,2 millones de toneladas de residuos urbanos, la tercera parte acaba en vertedero y algo menos del 20% es vertido al aire en incineración; 1,2 millones de toneladas de residuos de construcción y demolición, más de la mitad acaba en vertedero y alrededor de 300 mil toneladas de residuos peligrosos, el 70% se recicla y el resto a vertedero. Por lo tanto, anualmente se generan casi 6 millones de toneladas, de las cuales alrededor del 40% acaban en vertederos. Estas cifras suponen casi 18 millones de tCO2eq anuales de GEI (Gases de Efecto Invernadero) vertidas a la atmósfera.

Nos encontramos ante un modelo productivo lineal que no internaliza muchos costes ambientales y sociales, limitándose a reproducir una y otra vez el patrón de producir-consumir-tirar.

Por otro lado, la recogida separada no alcanza en Bizkaia el 45% de los residuos urbanos generados. El 40% de los residuos urbanos recogidos sin separación son bioresiduos, que deberían recogerse de forma separada, tal y como recomienda la Unión Europea y que será obligatorio por normativa comunitaria a partir de 2024. Los objetivos europeos establecen que como mínimo el 55% de los residuos municipales deberá reciclarse en 2025, el 65% en 2035, y solo el 10% podrá acabar en vertederos. Actualmente, la tasa de reciclaje en Bizkaia ronda el 45%.

Por tanto, nos encontramos muy lejos de las recomendaciones europeas y, una vez más, urgen políticas públicas que favorezcan la reducción de los residuos, invitando al conjunto de la ciudadanía a reflexionar sobre los patrones de producción/consumo actuales y que fomenten la reutilización como alternativa al reciclaje.


Ambas organizaciones subrayan que “como sociedad tenemos ecodependencias muy marcadas que, en un escenario de emergencia climática y social de este calado, nos coloca en una situación de vulnerabilidad, pero no quiere decir que no se pueda hacer nada”. Señalan que estamos en un momento histórico “apasionante, con muchas posibilidades abiertas”. Por ello, los colectivos sociales y ecologistas pueden conseguir “que se tomen las políticas adecuadas y se redirija el camino que estamos siguiendo”, apuntan.

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