[Informe] Residuos de plaguicidas en alimentos

 

El objetivo de este estudio es visibilizar cómo los alimentos que están a disposición de las personas las exponen a restos de plaguicidas tóxicos, poniendo el foco en tres grupos de sustancias:

  • Plaguicidas que afectan a nuestro sistema hormonal, llamados disruptores endocrinos,
  • Plaguicidas no autorizados pero aún presentes en nuestra comida y
  • Los plaguicidas autorizados más peligrosos o candidatos a su sustitución por las autoridades debido a su elevada toxicidad.

 

El análisis de Ecologistas en Acción parte de los últimos datos oficiales disponibles del año 2020 del Programa de Control de Residuos de Plaguicidas, recopilados por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).

Principales hallazgos que desarrolla el informe:

  1. España sigue siendo líder europeo en ventas de plaguicidas, con 75.775 toneladas vendidas en 2020.
  2. La tendencia en las ventas de plaguicidas no baja en los últimos años, lo que hace muy difícil el cumplimiento del objetivo de la Estrategia de la Unión Europea «de la granja a la mesa» de reducir un 50% el uso y riesgo de los plaguicidas sintéticos para el año 2030.
  3. España sólo analiza 3,26 muestras de alimentos por cada 100.000 habitantes, frente a las 17,25 de la media de la Unión Europea, lo que nos pone a la cola de Europa en el cumplimiento de esta obligación legal.
  4. Además, España cada año analiza un número menor de muestras de alimentos en busca de residuos de plaguicidas. En cuatro años, ha reducido a la mitad el número de muestras de alimentos recogidas, lo que implica peor información a la población sobre las sustancias que pueden afectar a su salud.
  5. En 2020, 125 plaguicidas diferentes contaminaban los alimentos españoles.
  6. Aunque solo el 1,75% de las muestras superaban el límite legal permitido, preocupa que el 35% de los alimentos tuvieran algún residuo de un plaguicida, muchas veces de varios plaguicidas a la vez.
  7. Los residuos en pequeñas cantidades pueden causar efectos en la salud en el caso de los plaguicidas con capacidad de afectar al sistema hormonal, los llamados plaguicidas disruptores endocrinos o EDC. En 2020, se detectaron 57 de estos plaguicidas en los alimentos (58 si incluimos el DDT detectado a pesar de llevar años prohibido).
  8. Las frutas y verduras son el grupo donde se ha detectado el mayor número de residuos de plaguicidas. 117 plaguicidas (52 EDC) contaminan el 41% de las muestras.
  9. Los dos alimentos con mayor número de plaguicidas fueron las naranjas con 36 sustancias (27 EDC) y los pimientos dulces, con 27 (17 EDC). Cada año varía el alimento concreto con más plaguicidas pero lo que persiste es la importante contaminación de frutas y verduras de la producción agrícola industrial.
  10. El 13% de las muestras de origen animal analizadas contenían residuos de plaguicidas. Esta cifra asciende al 57% en el caso de muestras de pescado y marisco.
  11. En 2020, AESAN tan solo analizó dos muestras de alimentos de agricultura ecológica, un número insuficiente para ser representativo.
  12. En cuanto a las sustancias no autorizadas por Europa, detectamos residuos de 64 de ellas.
  13. Además, España no analiza los residuos de plaguicidas de muy elevado uso como el del cancerígeno y prohibido 1,3 dicloropropeno.
  14. 13 pesticidas detectados (10%) pertenecen a la lista de «candidatos a la sustitución», sustancias de elevada peligrosidad que, a pesar de estar autorizadas, deben ser sustituidos cuanto antes por alternativas menos peligrosas.

Con los anteriores datos, Ecologistas en Acción ve imprescindible un cambio en la legislación ya que la vigente actualmente no protege a la población frente a los plaguicidas presentes en los alimentos, especialmente frente a los que alteran el sistema hormonal.

Además, vemos urgente que la administración española haga un esfuerzo real para:

  • Reducir la dependencia de la agricultura a los plaguicidas, fomentando el cambio a una agricultura agroecológica que ayude a dar cumplimiento al objetivo de reducción marcado en la estrategia europea “de la granja a la mesa”,
  • Mejorar el análisis de alimentos para dar información más representativa a la población, incluyendo la presencia de los plaguicidas que se emplean en mayores cantidades en la agricultura, como el cancerígeno prohibido 1,3 dicloropropeno o el glifosato.
  • Evitar los permisos supuestamente excepcionales a plaguicidas no autorizados, restringiéndolos realmente a situaciones de auténtica emergencia,
  • Realizar una evaluación comparativa de las sustancias candidatas con sus alternativas existentes para sustituirlas progresivamente por otras más sostenibles.

Lee el informe completo aquí.

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