Zabalgarbi no cumple la normativa ambiental 2012

Ekologistak martxan presenta un informe con los incumplimientos de zabalgarbi de la normativa ambiental en 2012:

  • La incineradora superó los límites de emisión de ácido clorhídrico, particulas y monóxido de carbono en cuatro ocasiones.
  • Las escorias generadas incumplen los criterios de vertido en vertederos de residuos no peligrosos por lo que deberían depositarse en depósitos de seguridad de residuos peligroso
  • La incineradora debería considerarse como una instalación de eliminación de residuos en lugar de valorizadora energética.

La emisión de mercurio en la chimenea principal fue de 1,5 kg, lo que supone una de las principales fuentes de emisión de ese metal tóxico en el entorno metropolitano de Bilbao.

Ekologistak Martxan solicitó el informe de seguimiento del Programa de Vigilancia Ambiental 2012 de Zabalgarbi al Gobierno Vasco. Estudiado ese informe se han descubierto una serie de incumplimientos de la normativa ambiental y de los condicionantes de la Autorización Ambiental Integrada otorgada a esa instalación en 2009. Se superaron en 2012 en cuatro ocasiones los valores límite semihorarios de diversos contaminantes atmosféricos: ácido clorhídrico (1), monóxido de carbono (2) y partículas totales en suspensión (1).

Los principales residuos generados en la instalación incineradora fueron las escorías (39.338 t) y las cenizas volantes y residuos de depuración (7.418 t). Estas últimas tienen la consideración legal de residuos peligrosos, pero las escorias necesitan pasar una prueba de lixiviación de metales para demostar que son residuos no peligrosos y puedan depositarse en un vertedero de residuos no peligrosos. Los análisis hechos a las escorias generadas en 2012 demuestran que superan los límites de lixiviación del cobre, por lo que deben considerarse como residuos peligrosos y no deberían haberse depositado en un vertedero de residuos no peligrosos.

 La incineradora de residuos está enclastrada en una central de ciclo combinado que utiliza el gas como combustible. El rendimiento de toda la instalación es de un 43%, muy por debajo de las centrales de ciclo combinado (55%). Es decir, que la incineración de residuos hace disminuir el rendimiento global de la instalación, o dicho de otra forma, con el gas quemado en Zabalgarbi se podría generar mucha más electricidad en una central de ciclo combinado pura que la que se generó en Zabalgarbi.

En la normativa de residuos, sin embargo hay una forma de medir esa eficiencia energética, el llamado factor R1, que es una fórmula “política” consensuada con el lobby incinerador, que discrimina si una instalación debe considerarse valorizadora energética de residuos (operación R1) o una instalación eliminadora de residuos (operación D10), una diferencia fundamental en la jerarquía de tratamiento de residuos establecida por la normativa europea y estatal. Ese valor debe ser superior a 0,60 para instalaciones en funcionamiento en 2008. El valor del factor R1 en 2012 calculado por el operador de Zabalgarbi es de 0,63 , sin embargo Ekologistak Martxan ha encontrado errores metodológicos en esos cálculos y en realidad ese factor vale 0,59. La organización ha pedido al Gobierno Vasco que valide en su caso los cálculos de Zabalgarbi y que se defina sobre si la operación de tratamiento de residuos es R1 o D10.

 La emisión de mercurio de Zabalgarbi en 2012 fue de 1.484 gramos. Ese metal volátil, no es retenido por los filtros de la incineradora, tiene una gran toxicidad, especialmente para el sistema nervioso y es bioacumulable. Repartida esa emisión entre la población de Bilbao (351.000 hab) supondría una ingesta de 4,27 mg por persona y año y estaría un poco por debajo de la ingesta “tolerable” establecida en 2003 por la Organización Mundial de la Salud (6,06 mg/año) para una persona de 70 kg. Las incineradoras no destruyen las sustancias tóxicas, solamente cambian su estado (de sólido a gas-emisiones atmosférica y liquido-vertidos) y además generan nuevos tóxicos que esparcen por el medio ambiente, que pueden ser de gran peligrosidad, como las dioxinas y los furanos, la sustancias más tóxicas generadas por la actividad humana.

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