Otro año más llega septiembre, y en septiembre, la Semana Europea de la Movilidad. Casi un cuarto de siglo desde que comenzara a celebrarse, con el objetivo de poner en el centro del debate la necesidad de revertir la hegemonía del coche en las ciudades, y fomentar la movilidad sostenible.
En medio de la crisis climática acelerada, los automóviles siguen ocupando casi el 70% del espacio público. El lema de este año, precisamente, “Espacio público compartido”, pretende poner de manifiesto este injusto reparto del espacio urbano.
En casi todas nuestras ciudades y pueblos, la mayor parte de los desplazamientos los hacemos caminando, o en una combinación de movilidad activa y transporte público. Sin embargo, el coche sigue estando en el centro de las políticas. Parece que no avanzamos.
La semana pasada pudimos participar en la jornada de debate organizada por la defensoría del pueblo de Euskadi, el Ararteko, en el que reflexionamos sobre “el derecho a moverse con el mínimo impacto posible”, y el “derecho a la ciudad”. El título de la jornada, revelador: “Movilidad urbana sostenible: el derecho a la movilidad urbana sostenible y sus obligaciones desde la perspectiva ciudadana”.
En colaboración con otros colectivos, Ecologistas en Acción participa activamente en la campaña Clean Cities, cuyo objetivo es tejer una amplia red de movimientos sociales, en toda Europa, que empujen para que la necesaria transformación urbana hacia una movilidad sin emisiones se haga realidad. Una de las últimas iniciativas de esta campaña ha sido la presentación, en esta semana de la movilidad, del Manifiesto por unas Ciudades más habitables y saludables, que os invitamos a firmar.
Los municipios de más de 50.000 habitantes están obligados por ley, y por responsabilidad con la salud de su población, a poner en marcha Zonas de Bajas Emisiones. La ley de Cambio Climático exigía que estas ZBE estuvieran puestas en marcha antes de 2023. El Real Decreto de ZBE dio un plazo de 18 meses, hasta junio de 2024, para que las ZBE que ya existieran se adaptaran a los requisitos del Real Decreto. Agotados todos los plazos, tenemos 20 ciudades con Zona de Bajas Emisiones, otras 104 con el procedimiento iniciado, y unas cuantas que no han hecho nada de nada para proteger de la contaminación a sus habitantes.
Lamentablemente, la grandísima mayoría de las ZBE puestas en marcha son mínimas, no van a servir para reducir emisiones, ni para fomentar el cambio modal, ni para incrementar el espacio público disponible para las personas. Ello a pesar de los 1.500 millones que desde el Ministerio de Transporte y Movilidad, a cargo de fondos europeos, distribuyó a las ciudades para impulsar la movilidad sostenible y las ZBE. La ejecución de estos fondos está siendo compleja y sobre todo controvertida. Para hacer seguimiento de los mismos publicamos hace un tiempo esta guía, que te animamos a consultar.
Más lamentable aún, es que las pocas ZBE que sí se han puesto en marcha, estén siendo obstaculizadas por algunas sentencias basadas en defectos de forma, o en argumentos torticeros, como la que hemos conocido esta semana. Lo explicamos en esta nota: Madrid necesita sus zonas de bajas emisiones y más acciones contra la contaminación.
Conscientes de la urgente necesidad de un cambio radical en la distribución del espacio público, y en las maneras de movernos, hemos querido imaginar qué es lo que queremos.
Aquí avanzamos una propuesta: ¿Y si pudiera vivir en mi ciudad?